jueves, 19 de junio de 2014

«Soy alguien, porque Dios me hizo para ser alguien. Puede que no tenga veintiún años o vista una talla siete. Puede que tenga setenta y uno y vista una talla veintisiete. Pero soy alguien».

Dios miró desde la eternidad. Él la vio. Vio todo lo que había creado y todo lo que crearía alrededor de usted. Vio la necesidad específica que usted estaría destinada a llenar en este mundo. Vio todo el conjunto de rasgos y habilidades que necesitaría usted para que se cumpliera el propósito de Dios en su vida. Sabía qué tipo de ambiente sería necesario para que usted desarrollara apropiadamente los dones que Él le daría.

Dios miró … y entonces creó. ¡Él la creó a usted! Y vio Dios que su creación era buena.


“Cuando Dios creó al hombre, lo creó semejante a Dios mismo. Hombre y mujer los creó” Génesis 1:27

¿Tiene usted la misma opinión de sí misma? Es importante que usted aprecie la forma en que Dios la creó, porque otros la van a tratar de la misma manera que usted se trate a sí misma. La van a respetar solo hasta el grado en que se respete usted a sí misma.

Si usted atrae a personas que no la tratan bien, siento decirle que usted es la principal sospechosa en este caso, ¿Qué tipo de mensaje envía usted que les permite tratarla tan mal? A fin de que la gente la trate bien, debe haber algo en lo profundo de su ser que envíe una señal que diga: «Soy alguien, porque Dios me hizo para ser alguien. Puede que no tenga veintiún años o vista una talla siete. Puede que tenga setenta y uno y vista una talla veintisiete. Pero soy alguien». Cuando usted envía una señal como esa, la gente la capta.



Hay algo que exuda su espíritu que realza su presencia en medio de la gente.

Una cualidad de la fuerza interior es lo que la hace atractiva; lo que hace que otras personas la reconozcan, le presten atención; lo que las mueve a preguntar cuando usted entra en una habitación: «Quién es ella». No preguntan porque su vestido sea muy elegante, sino debido al magnetismo que emana de su carácter. El proyectar ese tipo de fuerza no es arrogancia ni orgullo. Es un saludable sentimiento de autoestima y el poder del Espíritu de Dios que usted lleva adentro.